HUMORISTA.
Oscar Nebreda, editor de El Jueves.
/ L. A. GÓMEZ
El 27 de mayo de 1977 amaneció en los quioscos
el primer número de El Jueves. «España
va de culo» proclamaba su portada, con un trasero
dividido entre la derecha y la izquierda. Hace unas
semanas, 1.437 números después, la revista
de humor más longeva pedía «un poquito
de por favor». La caricatura de Fernando Tejero,
el portero de Aquí no hay quien viva, daba la
espalda a una pelea entre ministros, diputados y mandamases
autonómicos. «Treinta años después,
los políticos siguen sin aclararse. Lo que a
nosotros nos viene de coña», constata Oscar
Nebreda, editor de El Jueves y padre de una de sus criaturas
más celebradas, el profesor Cojonciano.
Oscar Nebreda, editor de
El Jueves, lleva treinta años
dibujando la historia
de España a pie de calle en la única
revista europea de humor en activo
Nebreda es ahora uno de los pocos cincuentones que
sobrevive entre tebeos de superhéroes y mangas
japoneses. Desaparecidos todos los semanarios de humor
en el resto de Europa Punch, Hara Kiri, Pardon,
Private Eye , ellos sostienen una publicación
que no sólo sobrevive, sino que goza de envidiable
salud. «Será porque los otros países
se han normalizado y ya no necesitan la figura del bufón»,
aventura Nebreda. «El precio que pagan es el aburrimiento».
El Jueves ha cumplido más de un cuarto de siglo
convirtiendo su sede barcelonesa en una «hemeroteca
alternativa». Un notario cachondo que ha dado
fe de la historia a pie de calle. «Si necesitas
saber de qué se hablaba en 1983, acude a nosotros.
En un periódico encontrarás sesudos titulares
sobre los Presupuestos Generales del Estado y la política
exterior, que a la gente le importan tres cojones. Hacemos
la misma función que las películas de
Ozores: son horrorosas, pero reflejan cómo era
la vida entonces. Somos esos testimonios gráficos.
Pero en bueno, ¿eh? Por algo llevamos 27 años
en los quioscos».
Venden de 80.000 a 90.000 ejemplares cada semana. 200.000
si sacan un extra de portada impactante. Y pueden meterse
con quien quieran porque no dependen de nadie. «No
debemos un duro a los bancos. Y no recibimos ofertas
porque nadie nos quiere. Quizá porque no estamos
en Madrid y ya se sabe: si eres puta en Madrid te conoce
todo el mundo, pero en Barcelona ».
Lejos quedan los tiempos en que dos policías
en la puerta protegían la redacción tras
una amenaza de bomba y, a media mañana, venían
otros dos a clausurarla por orden del juez. José
Luis Martín se pasó cuatro años
en libertad condicional por La Biblia contada a los
pasotas. Nebreda cerró El Papus cuando lo voló
la ultraderecha. Hoy no temen ofender por las consecuencias
legales, aunque les preocupa «herir susceptibilidades».
Cabrear al rey
¿Es El Jueves una revista políticamente
correcta? ¡Si hasta ha desaparecido la chica desnuda
de las páginas centrales! «Lo somos»,
reconoce Nebreda, quien tiene como credo profesional
contrastar «siempre» las noticias. «No
hacemos bromas de enfermos terminales, defectos físicos,
ni terrorismo». Por ejemplo, aunque El Jueves
palpe en la calle «un sentimiento de hartazgo
contra los emigrantes», no lo reflejará
en chistes sobre pateras.
Con una tira semanal titulada La Reina y yo, no es de
extrañar que la Casa Real les pida caricaturas
para desconcierto de estos presuntos azotes del Poder.
«Llega una carta con el sello real y
resulta que te dan las gracias. Me entristece, porque
el bufón debe cabrear al rey, a la autoridad.
Ya no hay querellas ni matones, vale. Pero empiezas
a dudar de tu función cuando en democracia se
pierde la capacidad de tocar las pelotas».
«Estamos condenados a la extinción»
El profesor Cojonciano nació para instruir
sobre sexualidad a los españolitos de la Transición.
Y acabó convirtiéndose en sociólogo,
la profesión frustrada de Oscar Nebreda. «Me
fascina el comportamiento humano. Mis historias tienen
éxito porque están bien contadas y la
gente las entiende. Aunque no se reconozcan. Hablo
de los colgados por el último modelo de móvil
y dicen: Es verdad. Mi cuñado es así
de burro. ¡Si tú haces lo mismo,
gilipollas!».
Es
el mismo sentido de la observación que nutre
los monólogos de tanto comediante catódico.
«Ese humor blanco me satura. Echo de menos los
monólogos políticos de Darío
Fo, explicando por qué nos hemos adocenado
y ya no tenemos mala leche». Nebreda no entiende
que su hijo de 29 años, «educado en el
ni Dios ni amo», no se moleste en votar. «Debe
ser que yo vengo del franquismo. Vivo cabreado».
El dibujante tiene un indicador clave de esa apatía.
«Cuando un país está en ebullición,
surgen chistes. Y hace tres o cuatro años que
no se crean de modo espontáneo». Y es
que El Jueves, y con él España, ha pasado
de mofarse de Adolfo Suárez a Dinio. «La
sociedad no demanda que seamos sangrientos porque
está aborregada viendo gentuza en Crónicas
Marcianas. Los humoristas gráficos de periódicos
estamos condenados a la extinción».